Flúor en el agua potable: lo que necesitas saber

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos catalogan la fluorización del agua como uno de los diez mayores logros de salud pública del siglo XX en ese país.

Pero hay quienes discrepan.

Los críticos dicen que no es tan seguro o efectivo como en general se ha dicho; y agregan que las personas deben tener el derecho a decidir si el agua que reciben debe tener flúor añadido.

Han pasado más de 60 años desde que se lanzó el primer proyecto público de fluorización del agua en la localidad de Grand Rapids, estado de Michigan. Pero todavía es un tema de debate en Estados Unidos y otras partes del mundo.

Durante años, la mayoría de los estadounidenses dieron por sentado que la fluorización del agua era algo beneficioso. ¿Por qué? Porque el gobierno dijo que lo era, a pesar de que no tenía en realidad una manera de validar esta afirmación.

Entonces llegó el Internet. Le dio a la gente la capacidad de cuestionar y verificar la información, y de compartir el conocimiento de una manera que nunca antes había sido posible.

Una saludable dosis de escepticismo y los medios para averiguar los hechos han alimentado la controversia. Por eso la fluorización del agua sigue siendo tema candente después de todos estos años.

Pero, ¿por qué es tan controvertido? ¿Cuáles son los beneficios y los riesgos? ¿Y qué puede la gente hacer al respecto?

La historia de la fluorización del agua en Estados Unidos


Primero, es útil saber un poco sobre cómo en ese país llegaron a donde están hoy.

Todo comenzó a principios de 1900 cuando un dentista del estado de Colorado notó que los niños de su pueblo tenían unas feas manchas marrones en los dientes. Esta característica se conoció con posterioridad como la “mancha marrón de Colorado”.

La fluorosis dental causada por mayores concentraciones de flúor en el agua se detectó por primera vez en el estado de Colorado.

Mientras estudiaba este fenómeno, descubrió que los niños de algunos pueblos la tenían, pero los de otros pueblos no. Y se dio cuenta de que era porque el agua de la que se surtían provenía de fuentes distintas.

Era algo que estaba en el agua, pero nadie podía decir con exactitud qué era. Entonces, en 1931, un químico que trabajaba para ALCOA decidió investigar un problema similar en Bauxite, en el estado de Arkansas, un pueblo propiedad de la compañía.

Realizó un estudio a fondo y descubrió que había flúor en el agua. Así pues, el flúor era el culpable; fue entonces cuando esta condición pasó a ser conocida como “fluorosis dental”.

Más o menos en la misma época, alguien que trabajaba para el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos estaba también investigando el problema. Y se dio cuenta de que los niños con fluorosis dental tenían menos caries que el promedio.

La fluorosis no parecía causar ningún daño; sólo era poco atractiva a la vista. Se interesó más en prevenir las caries que en resolver el problema de la fluorosis.

Alguien en la comunidad científica sugirió “tal vez deberíamos poner flúor en el agua”. La idea se hizo pública en 1942 cuando la revista Collier’s publicó un artículo titulado “La ciudad sin dolor de muelas”.

La historia era acerca de un pueblo en Texas que se suponía que tenía el índice más bajo de caries en el país. Los científicos llevaron a cabo un estudio y concluyeron que la razón de la baja incidencia de caries en la población era el alto nivel de flúor natural en el agua.

Por cierto, el estudio no mencionaba los dientes manchados de marrón de la gente. La opinión pública no tardó en hacer presión para que se llevara a cabo una prueba para ver si la fluorización del suministro público de agua ayudaba a prevenir las caries en la población.

Así es que en 1945, Grand Rapids, en el estado de Michigan, fue seleccionada para la prueba. Cerca se encontraba Muskegon, la ciudad escogida como ciudad de control, para comparar los casos.

Después de varios años, hubo una disminución definitiva en la incidencia de caries entre la gente de Grand Rapids. Se suponía que la prueba iba a durar quince años, pero terminó después de sólo seis.

En Muskegon decidieron que también querían fluorizar el agua, así que ese fue el final del experimento. La noticia se propagó con rapidez y muchas ciudades de los Estados Unidos decidieron comenzar a fluorizar su suministro de agua.

Sin embargo, esto no ocurrió sin controversia y hasta una fuerte oposición. Hoy en día, alrededor del 70% del agua potable que se provee en los Estados Unidos está fluorizada; en su mayoría proviene de los suministros de agua municipal.

Datos sobre el flúor que conviene saber

Así pues, ¿cuáles son los argumentos en contra de la fluorización del agua? Lo que sigue son diez hechos sobre el flúor que la mayoría de la gente no conoce, pero que debe saber

La mayoría de los países desarrollados del mundo no añaden flúor al agua potable.

Son más los estadounidenses que beben agua fluorizada que la gente en el resto del mundo. En concreto, un 97% de los países de Europa Occidental no agrega flúor al agua.

Es cierto que en su momento lo consideraron, pero decidieron no hacerlo. No es que esto por sí solo sea una buena razón para dejar de fluorizar el agua, pero al menos puede hacer que la gente se pare a preguntarse: “¿Por qué?”.

(En España se llevan a cabo procesos de fluorización del agua en forma limitada, en concreto, en el País Vasco.

Para las estadísticas sobre la extensión de la fluorización del agua en todo el mundo, haz clic aquí).

En los países que no fluorizan el agua, la gente NO tiene más caries que los que sí lo hacen.

¿Sorprende esto? ¡Pues sí! En 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un estudio sobre la salud dental en todo el mundo, y encontró que, desde 1970, el índice de caries dental en el mundo entero era el mismo que el de Estados Unidos.

En otras palabras, no había diferencia entre el pequeño número de países que fluorizan el agua y los que no. Se ha podido constatar idéntico fenómeno de disminución de caries en los países sin fluorización del agua.

Pero en los Estados Unidos insisten que la causa debe ser la fluorización. Si éste fuera el motivo, cabe esperar que los países que usan flúor tuvieran una disminución más pronunciada en los índices de caries en la población.

Pero ese no es el caso. De hecho, según la OMS, los Estados Unidos se encuentran en el número 12 en los índices de DMFT (dientes cariados, faltantes y obturados) en los niños de 12 años.

Ocho de los países que se encuentran en el ranking más alto que los Estados Unidos no tienen ningún tipo de fluorización en el servicio de agua. (Puedes ver las estadísticas del Proyecto de Perfil de Salud Oral de País/Área de la OMS aquí).

Los dientes no son los únicos tejidos del cuerpo afectados por el flúor.

Cuando estás tomando cualquier tipo de medicamento, debes estar consciente de los efectos secundarios.

Un ejemplo es el ibuprofeno. Es efectivo para la inflamación y el alivio del dolor, pero también puede causar daño al hígado si lo tomas por tiempo prolongado.

Entra en el torrente sanguíneo y circula por todo el cuerpo. No sólo va directo a la cabeza o a la espalda, o dondequiera que experimentes el dolor.

Pasa a través de todos tus órganos. Es benéfico en las áreas inflamadas, pero puede provocar daños colaterales en otras.

Lo mismo sucede con el flúor. No sólo afecta los dientes, sino que puede tener un impacto negativo en otras áreas del cuerpo.

El Consejo Nacional de Investigación (National Research Council) de Estados Unidos publicó un reporte en el 2006 acerca de un estudio sobre la toxicidad del flúor.

En la investigación se determinó que el flúor es un disruptor endocrino que puede afectar el cerebro, la glándula pineal, la glándula tiroides, los niveles de azúcar en la sangre y los huesos. Antes de este estudio, ya se conocía que el flúor mermaba la función de la tiroides.

Hasta la década de 1950, los doctores en Europa y Sudamérica prescribían flúor a los pacientes que tenían glándulas tiroides hiperactivas. Estos tratamientos demostraron ser capaces de reducir la función tiroidea al tomar de 2 a 5 mg de flúor al día.

Entre 2 y 5 mg al día… no es exagerado decir que muchos estadounidenses están ingiriendo una cantidad equivalente a través del agua potable, la dieta y la pasta de dientes. Millones de personas en Estados Unidos sufren de hipotiroidismo (tiroides poco activa).

El contenido de flúor en la pasta de dientes se agrega al que los estadounidenses reciben del agua.

La pregunta es si la fluorización del agua es un factor coadyuvante. La respuesta es que sí es muy posible.

La Academia Nacional de Ciencias de ese país planteó la interrogante en 2006. Y además pidió un estudio científico para determinar si la fluorización está contribuyendo a los problemas de salud crónicos en sus ciudadanos.

Hay quienes piensan que ya es hora de hacer un estudio serio sobre los efectos a largo plazo de la fluorización en la salud. La gente, argumentan, merece saber la verdad.

Puedes leer más sobre el tema del flúor en el agua potable y la revisión científica de los estándares de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) aquí.

La fluorización del agua NO es un medio “natural” de agregar flúor a la dieta.

A las personas que abogan por la fluorización del agua potable les gusta decir: “La naturaleza pensó en ello primero”. Sí, bueno… la naturaleza pensó primero en el arsénico y el plomo también. ¿Significa ello que son seguros? ¡Claro que no!

El nivel normal de flúor en el agua dulce es más o menos de 0.1 ppm (partes por millón). Eso es mucho menos que la cantidad en el agua fluorada por medios artificiales: de hecho, los servicios de suministro de agua municipales en Estados Unidos llevan el nivel hasta un rango de 0.7 y 1.2 ppm.

Algunos suministros de agua ya tienen un alto nivel de flúor natural. Fue así en realidad como aquellos niños en Colorado terminaron con la “mancha marrón de Colorado” en la dentadura.

Pero en algunas áreas donde los niveles de flúor natural son tan altos como en el agua fluorada por tratamiento, la vida silvestre y los seres humanos tienen serios problemas de salud como enfermedades de los huesos, artritis y ceguera.

Puedes leer el artículo de la BBC sobre los pobladores de la India incapacitados por el flúor si quieres ver lo que altos niveles de este elemento pueden hacer al cuerpo humano, incluso los que se producen de forma natural. ¡Es desolador!

No se encontrarán estos niveles extremos de flúor en fuentes naturales en ningún lugar de Estados Unidos, pero a la gente le está llegando de otras fuentes. Lo obtiene de la pasta de dientes, los alimentos y las bebidas procesadas, el té y algunos productos farmacéuticos.

Por ejemplo, cocinar con ollas o utensilios de teflón también añade una cantidad significativa de flúor a los alimentos. Eso es mucho flúor si lo juntas todo, en especial si el agua que la gente consume también está fluorada.

Y, hablando de pasta de dientes… cuando comenzó el proceso de fluorización del agua, las pastas dentales en Estados Unidos no tenían flúor. Esta realidad se mantuvo hasta que en 1956 la Procter & Gamble lanzó la pasta dental Crest.

Los dentífricos con flúor demostraron reducir en gran medida las caries. No obstante, el proceso de agregado de flúor al agua continuó en paralelo.

Existe otro problema con esta noción de que el flúor es “natural”, por lo que es seguro. El flúor que se agrega al agua potable en Estados Unidos y otros países no es el mismo componente que se encuentra en los suministros de agua natural.

Los compuestos de flúor son el ácido fluorosilícico, el fluorosilicato de sodio y el fluoruro de sodio. De estos tres, sólo el fluoruro de sodio se encuentra en las fórmulas de la pasta de dientes.

Y ninguno de ellos tiene calidad farmacéutica. De acuerdo con los CDC, el ácido fluorosilícico (FSA) es el compuesto que se utiliza hoy en día en la mayoría de los programas de fluorización del agua en los Estados Unidos.

Ahora bien, ¿qué es el ácido fluorosilícico y de dónde viene? Bueno, déjame contarte.

El ácido fluorosilícico es una sustancia corrosiva. Es un subproducto de la industria de los fertilizantes de fosfato.

He aquí una cita textual de los CDC sobre el proceso:

La mayoría de los aditivos de flúor usados en los Estados Unidos se producen a partir de roca fosforita. La fosforita se utiliza principalmente para la fabricación de fertilizantes de fosfato. La fosforita contiene fosfato de calcio mezclado con minerales de piedra caliza (carbonatos de calcio) y apatita, un mineral con alto contenido de fosfato y flúor. Se refluye (calienta) con ácido sulfúrico para producir un yeso con ácido fosfórico (sulfato de calcio – CaSO4).

El proceso de calentamiento libera gases de fluoruro de hidrógeno (HF) y tetrafluoruro de silicio (SiF4), que son capturados por los evaporadores de vacío. Estos gases son luego condensados a una solución a base de agua de aproximadamente 23% de FSA.

El fluoruro de hidrógeno y el tetrafluoruro de silicio son gases tóxicos que la industria del fosfato acostumbraba dejar escapar a la atmósfera sin mucho escrúpulo.

Cuando las autoridades se dieron cuenta de que este contaminante estaba causando serios daños al medio ambiente y a la salud de la gente, la EPA les exigió capturar los gases de fluoruro en forma líquida.

No queriendo que nada se desperdiciara, alguien tuvo la idea de enviarlo a los departamentos municipales de agua y usarlo para agregarle flúor al agua potable. En 1983, un funcionario de la EPA declaró en un comunicado:

Con respecto al uso del ácido fluorosilícico como fuente de flúor para la fluorización, esta agencia considera tal uso como una solución ideal para un problema de larga data. Al recuperar el subproducto ácido fluorosilícico de la fabricación de fertilizantes, se minimiza la contaminación del agua y del aire, y las autoridades del agua tienen una fuente de flúor de bajo costo a su disposición.

Pero no todo el mundo está de acuerdo en que esta es una “solución ideal”. El Dr. William Hirzy, del Sindicato de Científicos y Profesionales de la EPA dijo esto en una audiencia del Comité de Medio Ambiente y Obras Públicas del Senado de los Estados Unidos en el año 2000:

Si esta sustancia (el ácido fluorosilícico) sale al aire, es un contaminante. Si llega al río, es un contaminante. Si llega al lago es un contaminante. Pero si va directo al sistema de agua potable, no es un contaminante… Tiene que haber una mejor manera de disponer de este material.

Sin embargo, los CDC sostienen que “los aditivos de flúor no son diferentes del flúor natural”.

El 40% de los adolescentes estadounidenses tiene fluorosis dental.

En concreto, ¿qué es la fluorosis dental? Es un defecto del esmalte dental y ocurre cuando el flúor interfiere con el funcionamiento de las células que forman los dientes.

De ordinario se manifiesta en forma de manchas blancas y rayas en los dientes. En los casos graves, da lugar a manchas marrones e incluso a la erosión de las piezas dentarias.

Según un informe de los CDC de 2010, el 40.6% de las personas entre 12 y 15 años de edad en Estados Unidos mostraron signos visibles de este problema.

También manifestó que “Los niños de 12-15 años en 1999-2004 tenían una mayor prevalencia de fluorosis dental en comparación con los mismos niños de 1986-1987”. Era evidente que el fenómeno iba en aumento.

Por eso, el Departamento de Salud y Servicios Humanos recomendó reducir el límite aceptable de flúor de 1.2 ppm a 0.7 ppm en 2015.

No hay ningún beneficio ‒sólo riesgos‒ en dar agua fluorada a los bebés.

En el 2012, los CDC afirmaron no tener conocimiento de ningún beneficio que resultara de que los bebés recibieran más de 10 microgramos de fluoruro al día. El Instituto de Medicina (IOM) recomienda que los bebés no ingieran más de 10 microgramos de fluoruro por día.

Eso es casi igual a lo que obtienen de la leche materna. Pero, los bebés que toman la fórmula hecha con agua fluorada ingieren hasta 700-1200 microgramos por día. ¡Eso es una cantidad 100 veces mayor que la recomendada por el IOM!

Y los bebés que beben agua fluorada tienen una mayor incidencia de fluorosis en sus dientes frontales. No es ninguna sorpresa.

Hace varios años, la Asociación Dental Americana (ADA) recomendó a los padres no utilizar agua fluorada para las fórmulas infantiles, debido al riesgo de fluorosis.

Pero esta información no ha llegado al público. Incluso muchos pediatras no están al tanto de la recomendación de la ADA.

El flúor también afecta el desarrollo neurológico de los niños. En 2012, la Escuela de Salud Pública de Harvard publicó un artículo que mostraba una conexión entre los altos niveles de flúor en el agua y un menor coeficiente intelectual.

Los estudios se llevaron a cabo en China, donde los niños reciben más flúor que los niños estadounidenses (pero no mucho más). Los científicos responsables de la investigación en Harvard hicieron esta declaración:

Todos menos uno de los 27 estudios documentaron un déficit de CI asociado con una mayor exposición al flúor. Estos resultados no nos permiten hacer ningún juicio con respecto a los posibles niveles de riesgo a niveles de exposición típicos de la fluorización del agua en los Estados Unidos. Por otra parte, tampoco se puede concluir que no existe ningún riesgo. Por lo tanto, recomendamos que se realicen más investigaciones para aclarar el papel que pueden desempeñar los niveles de exposición al flúor en los posibles efectos adversos sobre el desarrollo cerebral, de modo que las futuras evaluaciones de riesgos puedan tener en cuenta adecuadamente este posible peligro.

Parece que es hora de que en Estados Unidos se estudien los efectos del flúor en el coeficiente intelectual y el desarrollo neurológico de los niños en este país. Si no se han estudiado, ¿cómo se puede decir con confianza que el programa de fluorización es seguro?

La Administración de Drogas y Alimentos (FDA) nunca ha aprobado los suplementos de flúor.

A diferencia de los suplementos dietéticos, en Estados Unidos no se pueden comprar suplementos de flúor sin receta médica. Este es un requisito en las farmacias.

De aquí se puede inferir que los suplementos de flúor están aprobados por la FDA, ¿verdad? Pues no es así.

Los suplementos de flúor por vía oral requieren de receta. Pero “hasta la fecha, la FDA no ha aprobado ningún suplemento que contenga flúor como medicamento de venta con o sin receta” (fuente: Administración de Alimentos y Drogas, 2007).

¿Suena extraño? De hecho, los únicos suplementos de flúor que la FDA ha revisado han sido vetados. Así que, donde continúan fluorizando el agua en Estados Unidos, se le está añadiendo por prescripción una dosis reforzada de un medicamento que nunca ha sido aprobado por la FDA.

El flúor es el único medicamento que se añade en forma deliberada a los suministros públicos de agua.

El detalle está en que el flúor no se agrega al agua para tratar el agua misma. Se añade para tratar a quienes la consumen.

Se añade cloro al agua para matar las bacterias, para que la gente no se enferme cuando la beba. Pero se le agrega flúor como tratamiento médico para una enfermedad que no es causada por el agua.

Por definición, un nutriente es “un alimento u otra sustancia que proporciona energía o material para la formación, la supervivencia y el crecimiento de un organismo vivo” (Diccionario Médico de Dorland para Consumidores de Salud, 2007).

Los carbohidratos y las grasas son nutrientes; el hierro y la vitamina D son nutrientes. El cuerpo humano los necesita para vivir.

El flúor no es un nutriente. Por lo tanto, no lo necesita para sobrevivir.

La FDA afirma que:

La FDA no menciona el flúor como un nutriente esencial. El Consejo Nacional de Investigación, la fuente de la que la FDA recibió datos sobre nutrientes esenciales, indicó que no había justificación alguna para clasificar el flúor como un nutriente esencial.

Y aún más:

El flúor, cuando se usa en el diagnóstico, cura, mitigación, tratamiento o prevención de enfermedades en el hombre o en el animal, es un medicamento que está sujeto a la reglamentación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).

¿Se entiende? La FDA clasifica el flúor como un medicamento porque se utiliza para tratar o prevenir la caries dental, que es una enfermedad. De acuerdo con la FDA, es una droga cuando está en suplementos, y sigue siendo una droga cuando está en la pasta de dientes.

Por lo tanto, sólo tiene sentido concluir que añadir flúor al agua para prevenir la caries dental es una forma de medicación. Flúor = droga. Así que, añadir flúor al agua = añadir una droga al agua.

Y aquí tienes una de las principales razones por las que la mayoría de los países en Europa rechaza la fluorización. Porque añadir un fármaco al suministro público de agua no es una forma adecuada de administrar medicación.

La fluorización priva a las personas del derecho básico a decidir si quieren ser medicadas. En términos legales, se puede tomar como una descomunal violación de la libertad individual, al menos desde el punto de vista de los estadounidenses.

Otro gran problema con esto es la mentalidad de “talla única”. Trata a todos como si fueran iguales.

No importa la edad del individuo o los problemas de salud que pueda tener. Recibe la misma dosis que los demás y se asume que cada uno responderá de la misma manera al medicamento.

Eso va en contra de todo sentido común, dado que no se hace esto con otras sustancias médicas tóxicas en potencia. Los médicos siempre prescriben dosis que son apropiadas para las necesidades de cada paciente.

El Dr. Arvid Carlsson, médico sueco y ganador del Premio Nobel de Medicina en 2000, que dirigió la campaña para poner fin a la fluorización en Suecia, dijo lo siguiente acerca de este procedimiento:

Va en contra de todos los principios de la farmacología moderna. Es realmente obsoleta. No hay duda de ello. Creo que las naciones que lo utilizan deberían sentirse avergonzadas. En realidad, va en contra de la ciencia.

Los dientes no se benefician al ingerir flúor.

Cuando la fluorización comenzó en los años 1940, los médicos pensaban que las personas necesitaban ingerir flúor para prevenir las caries. Hoy los expertos ya no creen eso.

De acuerdo con los CDC, la dentadura se beneficia más de la aplicación tópica como la pasta dental y los enjuagues con flúor: “… el efecto predominante del flúor es posteruptivo y tópico y… el efecto depende de que el flúor esté en la cantidad correcta en el lugar correcto y en el momento adecuado”.

Así que cuando se fluoriza el agua, no se le está añadiendo sólo un medicamento al agua. Se le está agregando un medicamento que no es necesario tragar para que sea efectivo.

El flúor pone a las comunidades de bajos ingresos en riesgo de sufrir problemas de salud más graves.

Existe otro problema con el uso de la fluorización que busca administrar la misma dosis de flúor a todos. Lo que es “seguro” para una persona sana puede ser perjudicial para alguien que no goza de buena salud.

Es más probable que los niños con mala nutrición sufran más daño por causa del flúor que los que tienen buena nutrición. Una encuesta de los CDC encontró que los niños de raza negra tienen un índice mucho más alto de fluorosis dental ‒y un daño más severo‒ que los de otras razas.

La causa no está clara, pero puede tratarse de una “susceptibilidad biológica o una mayor ingesta de flúor”, según los CDC.

Otros factores de riesgo también están en juego, incluyendo el uso excesivo de la fórmula para bebés, el menor consumo de leche, la mala nutrición y otras condiciones de salud.

Tampoco es probable que las familias de bajos ingresos en Estados Unidos compren agua embotellada o sistemas de filtración de agua. Por lo tanto, su única opción es beber agua fluorada del grifo, lo que sólo aumenta el problema.

La caries dental sigue siendo un problema enorme en las comunidades de bajos ingresos de todo el país. Si buscas en Google “crisis de salud dental”, encontrarás página tras página de artículos que abordan el tema.

Décadas de fluorización no han resuelto el problema. Lo que la gente necesita es una atención dental integral, pero no la está recibiendo porque no puede pagarla.

Medicaid (el programa de seguros de salud del gobierno de Estados Unidos para la gente de menos recursos) tampoco ayuda. La mayoría de los dentistas no aceptan pacientes de Medicaid porque no pueden obtener ganancias.

(Para saber más, puedes ver el artículo de Frontline sobre la crisis de la atención dental en Estados Unidos).

Hay quienes piensan que Estados Unidos debe dejar de gastar millones de dólares en añadir químicos industriales baratos al agua. En vez de eso, dicen, puede dirigir los fondos para asegurarse de que la gente tenga acceso a un cuidado dental de calidad.

¿Qué hacer si el agua con flúor es motivo de preocupación para ti?

Lo primero que debes hacer es averiguar si el agua que consumes está fluorada. Hay varias maneras de hacer esto:

  1. Busca a tu proveedor de agua por ciudad o región. Si las autoridades de la región están conscientes de la problemática, es factible que puedas obtener información de ellos sobre el agua que te suministran.
  2. Otra opción es contactar en forma directa a tu proveedor de agua y solicitar información.
  3. Si tienes un pozo residencial, debes hacer que algún experto analice el agua o proceder tú mismo(a) si tienes el conocimiento y los medios. Sólo asegúrate de que hagan la prueba de flúor.

Si tu agua está fluorada, tienes algunas alternativas.

  1. Beber agua embotellada. Sin embargo, a veces hay flúor en el agua embotellada, dependiendo de dónde venga; de ordinario, el agua de manantial tiene poco o ningún flúor; sin embargo, parte del agua embotellada proviene de suministros de agua municipales, por lo que es necesario que investigues.
  2. Beber agua destilada. Ten en cuenta que la destilación elimina todos los minerales beneficiosos del agua; puede que no sea un problema, ya que es posible obtener minerales a través de tu dieta. Es posible obtener unidades de destilación de agua para uso en el hogar.
  3. Consigue un sistema de filtración de agua para tu hogar. Pero asegúrate de conseguir el tipo de filtro adecuado; las únicas modalidades efectivas para remover el flúor son la de ósmosis inversa, la alúmina activada y el hueso carbonizado.

Además de protegerte tú y tu familia, puedes ayudar corriendo la voz. Mucha gente en realidad ni siquiera está consciente de lo que pasa.

Si eres del tipo activista, puedes trabajar para educar e influir en los que toman las decisiones en tu comunidad. Muchas ciudades en Estados Unidos y en el mundo han revertido sus programas de fluorización del agua. Tal vez la tuya puede ser la próxima.

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